sábado, 26 de febrero de 2011

Y para colmo, ¡Libia!

Revolución en Libia. Justo lo que nos faltaba para la economía mundial, y para la economía española.

Túnez, Egipto, Marruecos, Libia..., son muchos los países en Oriente Medio que están sufriendo revoluciones políticas en estos momentos. Justo cuando se auguraba una mejora en la economía mundial. 

Es cierto que estas revoluciones son necesarias para los habitantes de estos países, quienes han vivido durante muchos años bajo el poder de sus poderosos mandatarios. Sin embargo, tampoco podemos obviar que no llegan en el mejor momento para la economía mundial, ni para la española en concreto.

Todo empezó en Túnez y, seguidamente, Egipto. Lo cual, en un principio, no me pareció tan terrible para la economía española. Más bien lo contrario, puesto que se trata de dos grandes potencias competidoras en la mayor fuente de ingresos de la economía española: el turismo. "Esto mejorará nuestro turismo" pensé yo, alegrándome por la economía de nuestro país. 

Sin embargo, al reflexionar detenidamente, y tras los acontecimientos que siguieron, me di cuenta de que estas revoluciones, más que ayudar a nuestra economía, todavía podrían deteriorarla más. La razón es simple, la riqueza de estos países. La riqueza de sus recursos naturales. Y lo que faltaba, que otros países como Libia se contagiaran.

Resultado, estanflación. Sí, ya que la inflación se está disparando por el aumento del precio de las materias primas (no sólo el petróleo se está disparando: algodón, aluminio, papel, etc. ), como consecuencia de tales revoluciones. Sin mencionar que la economía mundial está estancada. En resumen, pérdida de poder adquisitivo, y alargamiento de la crisis.

Es ahora cuando la ONU reacciona para luchar contra los corruptos regímenes de estos países árabes. Ahora, a toro pasado. Pero claro, no convenía actuar antes de la crisis, precisamente para no provocar  revoluciones que tuvieran como consecuencia otra crisis de materias primas en su momento. El problema, que ha llegado ahora. En el peor momento.